Caballerosidad

4 claves para ser un verdadero caballero

Seguramente, a lo largo de tu vida has conocido una amplia variedad de estereotipos de masculinidad a través de libros, películas o en tu día a día.  Estos tipos de hombre, que van desde un jefe de familia, amoroso y con un trabajo de 9 a 6 hasta un fornido rey espartano o un impecable espía inglés, probablemente han hecho que te peguntes ¿cómo se supone que debe ser un hombre?, pero no un hombre cualquiera, sino un «verdadero caballero», un varón digno del respeto y la admiración de las personas a su alrededor.

Bien, pues a pesar de las claras diferencias que existen entre un tipo de masculinidad y otro, todo caballero, todo varón respetable tiene ciertas características comunes que se pueden clasificar en cuatro grandes grupos o áreas. De manera que, si estás determinado a llevar una vida excepcional y convertirte en un verdadero caballero, necesitarás tener cuidado de los siguientes aspectos: tu desarrollo físico, tu desarrollo espiritual, tu desarrollo en sabiduría, y tu desarrollo social. De tal modo que no se puede tener una vida plena si se descuida alguna de estas áreas fundamentales.

Índice de Contenido

Desarrollo físico

Probablemente, lo primero que viene a la mente cuando escuchamos «desarrollo físico» es una imagen nuestra haciendo un duro entrenamiento para obtener ese cuerpo de espartano que siempre hemos imaginado. Peor, aunque a todos nos hace bien realizar ejercicio periódicamente, el bienestar físico es un estado mucho más integral que incluye: alimentarse sanamente, dormir al menos 6 horas diarias, procurar una excelente higiene personal, realizarse estudios médicos con regularidad y, sobre todo, comprender que el cuerpo es el hogar de nuestra mente y espíritu y nuestra principal herramienta de trabajo. Por lo tanto, si nuestro cuerpo no está en excelentes condiciones, nuestro desempeño en las demás áreas también se verá afectado.

Desarrollo en sabiduría

Sabiduría es una palabra poco utilizada en nuestros días, en cambio, hablamos de cultura, inteligencia, astucia o experiencia. Sin embargo, ninguna de estas cualidades es igual a la sabiduría, por cuanto la sabiduría es una combinación de todas ellas. La sabiduría tiene que ver con: la capacidad de tomar buenas decisiones, tanto en la vida profesional como en la personal; la capacidad de prever las consecuencias de nuestras acciones; no dejar que las emociones nocivas tomen el control de nuestra vida; ser prudente en el pensar, en el hacer y en el hablar y ser capaces de reconocer nuestros errores y aprender de ellos. Para conseguir sabiduria, es necesario empaparse de las fuentes de conocimiento adecuadas, tener mentores que nos puedan guiar, ser pacientes (la sabiduría no se consigue sino con los el tiempo) y perseverar en la búsqueda, porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas.

Desarrollo espiritual

Si bien podemos atender satisfactoriamente el resto de nuestras áreas sin procurar nuestro cuidado espiritual, llega el momento en que nos cuestionamos sobre por qué hacemos lo que hacemos, hacia dónde vamos en la vida y qué es lo que realmente queremos hacer. Por lo tanto, el problema de no buscar el bienestar espiritual es llevar una vida sin rumbo fijo, actuando de acuerdo con lo que los demás esperan y quieren de nosotros y en la cual las metas alcanzadas no nos satisfacen. Así, el desarrollo espiritual consiste en adoptar principios éticos y morales que sean la raíz de nuestra conducta, en dedicar tiempo a conocernos, en ser profundamente honestos con nosotros mismos, en buscar el propósito de nuestras de nuestras vidas y vivir consecuentemente con ello. De tal manera que construyamos una base sólida para afrontar las influencias y los retos externos sin perder de vista la esencia de nuestro ser.

Desarrollo social

Las primeras tres áreas consisten en lo que podríamos llamar desarrollo personal. Sin embargo, como seres sociales, debemos procurar tener buenas relaciones con los demás tanto como esté en nuestras manos. Sin este principio, reinaría el egoísmo y, tarde o temprano, terminaríamos actuando contra los intereses de los demás. Para lograr este desarrollo social, es esencial tener una sólida base espiritual que sirva de referencia para no atentar contra nosotros y nuestros principios en la persecución de esas buenas relaciones. Además, necesitamos sabiduría para poder conciliar con justicia y equidad los intereses propios y ajenos. Cómo regla general, para tener relaciones sanas con el resto de las personas se debe ser respetuoso, interesarse genuinamente por los demás, dedicarles intencionalmente tiempo y comprender que los demás se rigen bajo sus propios principios y experiencias. De hecho, si te has cultivado correctamente en las áreas anteriores, tus relaciones con los demás mejorarán de manera natural como fruto de ese crecimiento.

Claramente, el dominio de éstas cuatro áreas toma muchos años de disciplina, pero dado que estás decidido a actuar como un caballero, será necesario perseverar en ello toda la vida. Finalmente, nos encantaría que compartieras con la comunidad ¿qué técnicas utilizas para crecer en estas áreas y ser la mejor versión de ti mismo?

Ayúdanos a compartirlo en: