Caballerosidad,  Desarrollo Espiritual

Los verdaderos caballeros… ¿cometen errores «graves»?

¡Bienvenido al punto de reunión de los caballeros modernos! Como el caballero que eres, sabes bien que para pertenecer a este distinguido grupo es necesario tener y demostrar una amplia variedad de cualidades, entre las que podemos listar: disciplina, valor, fraternidad, integridad, perseverancia, rectitud, sabiduría, etcétera. La lista puede ser tan larga como quieras (o puedas), pero ¿es permisible que un caballero tenga «pequeños defectos»? De ser así, ¿cuáles serían «defectos aceptables»? Y si no, ¿qué puedes hacer para eliminar esos defectos? A continuación, reflexionaremos sobre estas preguntas para aclarar si los defectos, errores o fallas nos hacen inapropiados para el camino de la caballerosidad.

Hoy en día, la categoría de caballero no puede definirse sólo términos de un conjunto de habilidades, características o lazos familiares; que al reunirlas todas, se obtiene el derecho exclamar «soy todo un caballero», como quién completa todos los números del bingo. La definición de caballero en el sentido de un hombre que se comporta con cierta distinción es mucho más compleja y requiere de algo más que un listado de elementos a conseguir.

Ser caballero es tener la convicción de llevar una vida de rectitud, integridad y fraternidad, es hacer lo bueno, lo justo, lo que es de buen nombre y no solamente lo que el cuerpo nos demanda, es apegarse a los buenos principios y defenderlos ante los engaños del mundo. No obstante, ser caballero no se trata de ser perfecto, ni de hacer siempre todo bien o de tomar las mejores decisiones, porque las fallas son parte de la naturaleza humana y negarlos es negar la humanidad misma.

Incluso, puede ser que estemos enfrentando situaciones verdaderamente difíciles: quizás sentimos resentimiento hacia un familiar o hacia un compañero, o tal vez nos han dicho que tenemos una actitud soberbia e irrespetuosa, o tenemos deseos inadecuados que nos avergüenza reconocer, o sentimos avaricia o nos tienta la lujuria… cual quiera que sea la situación hay dos elementos a tomar en cuenta. Primero, no debemos castigarnos por dichos actos, si bien es necesario tomar responsabilidad por nuestros errores, también es necesario perdonarnos a nosotros mismos y entender que estos errores, por graves que sean, son parte del ser humano, de modo que no hay necesidad alguna para ahogarnos en la culpa de lo que podamos haber cometido «estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo» 1 Juan 2:1. Finalmente, aunque las transgresiones son parte de todo hombre, la señal de un de un verdadero caballero es el arrepentimiento y la lucha constante contra los deseos oscuros de nuestro cuerpo. En otras palabras, un caballero no se entrega a sus pasiones, no justifica sus errores, ni se escuda diciendo «cada quién es libre hacer lo que quiera mientras no afecte a los demás». Así, un caballero protege tanto su honor como su integridad; es decir, la marca de un caballero es la lucha incansable para evitar todo aquello que, siendo conocido manche su honor y siendo ocultado destruya su integridad «porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis» Romanos 8:13.

Photo by Zoltan Tasi on Unsplash.

En conclusión: los errores no te alejan del camino de virtud de un caballero; si los has cometido, procura ser responsable y liberarte de la culpa. Sin embargo, como caballero, debes cuidar siempre tu honor e integridad, luchando constantemente contra los deseos obscuros del cuerpo. Así que: ¡ánimo, sigue luchando que estamos contigo!

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