Caballerosidad

¿Micromachismo? Lo que NO es ser un caballero

¡Bienvenido nuevamente al punto de reunión de los caballeros modernos! Estimado lector, lamento mucho tener que escribirte esto y hacerlo de forma tan abrupta, pero es necesario que lo sepas: ¡la caballerosidad está en riesgo y te necesita más que nunca! Basta una simple búsqueda en internet sobre lo que significa ser un caballero para darnos cuenta de que el concepto está tan distorsionado, que corre el peligro de ser una cualidad despreciada.

Por un lado, están los que reducen el ser un caballero a un conjunto de reglas y protocolos, como si se tratase de una receta para preparar pasta. Luego, están los que denigran el concepto, invocándolo para referirse a un comportamiento que, supuestamente, resultará atractivo para el sexo opuesto; como si el propósito de ser un caballero fuera conseguir mujeres (o perseguir cualquier otro interés). Y, por último, pero no menos importante, están quienes califican la caballerosidad (con justa razón) como micromachismo porque fundamentan sus críticas en lo que perciben de los pseudo-caballeros o las costumbres anticuadas que se ejercen en el nombre de una caballerosidad pasada. Por lo tanto, estoy seguro de que tú también reconoces la necesidad que existe de aclarar algunos malentendidos sobre el camino de la caballerosidad; así que vamos a reflexionar sobre lo que NO es ser un caballero.

 

No son reglas

 

No son 26 pasos, ni 40 reglas, ni 11 mandamientos. Un caballero no se define por lo que hace, no es una receta que, de seguirse, valdrá el reconocimiento de los demás como un caballero. Ser un caballero es una forma de vida (puedes leer más en «No todos los hombres somos iguales»), que se basa en la adopción de valores como la bondad, la justicia, el amor, etc. Porque ¿de qué sirve ceder el asiento a alguien si lo haces únicamente para quedar bien o porque crees que lo necesita más que tú? ¿de qué sirve ser pseudo-caballeroso con alguien si lo que te motiva es el interés? En ese sentido, lo importante no es lo que haces, sino el porque lo haces. Así, un caballero lo es porque ayuda desinteresadamente a los demás, porque ama genuinamente a su prójimo y porque procura siempre hacer lo correcto a cualquier costo.

Cabe aclarar que, como caballero, sí se espera cierto comportamiento de ti (como ser justo, íntegro, paciente, etc.), pero dicho comportamiento debe ser una expresión natural de los principios que conducen tu caminar. De esta manera, el apóstol Pablo nos enseña que de nada sirven las obras si no se fundamentan en el más grande principio de la humanidad:

«Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.» 1 Corintios 13: 1-3.

 

No es interesado

 

Como sabes, hay algunos hombres que se auto denominan caballeros y que predican que la caballerosidad es una forma de actuar que «es atractiva para las mujeres». De este modo, hablan sobre la caballerosidad como un método para conseguir algún beneficio de otra persona (especialmente de las mujeres). En ese sentido, han convertido a la caballerosidad en un recurso, en una moneda que se debe utilizar para conseguir algo a cambio. Y, tan pronto como el interés desaparece, desaparece también la falsa caballerosidad. Con relación a esto, se debe decir que la caballerosidad no persigue más interés que el de hacer lo correcto. Como lo revisamos en la sección anterior, de nada sirve hacer cualquier cosa si no se hace por amor y esto no se refiere al amor de pareja, sino al amor fraternal. Por lo tanto, si la caballerosidad no debe perseguir ningún interés ulterior, entonces un verdadero caballero no limita las muestras de amabilidad sólo a las mujeres; porque se es caballero con todos o con nadie.

 

No significa superioridad

 

 

Como resultado de los malentendidos arriba descritos, algunas personas piensan que esa falsa caballerosidad es, de hecho, el verdadero concepto. Y, desde esa perspectiva, el único camino posible es concluir que ser un caballero es una forma de machismo (denominado como micromachismo) y que sus «reglas» son formas obsoletas de control hacia las mujeres. Bien, como primer punto y retomando lo dicho anteriormente, los protocolos no son lo fundamental: si pagas la cuenta o no, es lo de menos; si le dejas el asiento o no, no es el punto; lo que te hace un caballero son tus principios. Luego, no se trata de controlar a nadie, ni de sentirse superior, ni es un intercambio de amabilidad; si un caballero decide pagar la cuenta de la cena, no lo hace para dejar claro quién gana más, ni porque espera otra clase de favores posteriores, sino porque esta contento de compartir lo que tiene con alguien más. Más importante aún, esas cosas superficiales son irrelevantes, si una mujer se siente ofendida porque le abres la puerta al salir o al entrar ¡NO LO HAGAS!, es mucho más importante no causar un conflicto por algo como eso. Al final, ser un caballero se trata de ser amable con los demás, no de imponer tus normas o tus creencias.

Con base en lo anterior, estimado lector, creo que debemos contrarrestar estos falsos testimonios de caballerosidad y promover la masculinidad sana en la que creemos. Para ello, quiero compartir la siguiente idea y, si estás de acuerdo con ella, compártela. También, puedes demostrar a todos los que te rodean lo que significa #seruncaballero.

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